sábado, 20 de agosto de 2011

Encuentro del Santo Padre Benedicto XVI con jóvenes religiosas

Encuentro del Santo Padre Benedicto XVI con jóvenes religiosas


El Escorial (España), 19 Ago. 11 (AICA).- El papa Benedicto XVI mantuvo esta mañana un emotivo encuentro con 1.600 jóvenes religiosas en el Patio de los Reyes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Una de ellas, de nombre Belén, Sierva de María, dedicada a la atención de los enfermos en sus domicilios, le expresó en nombre de sus hermanas en el Señor el agradecimiento por el encuentro y le manifestó “somos conscientes de que la cruz que Dios puso sobre sus hombros es muy pesada. Queremos decirle que no la lleva solo, cuente con nosotras, que, en el silencio del claustro o en la actividad con que servimos a la Iglesia, le ayudamos con nuestra sencillez y pobreza, y con la fuerza que recibimos de Cristo”.


Un jardín de diferentes flores

La Hermana Belén continuó diciendo: “La Iglesia es santa por estar unida a Cristo y porque en su seno florece la santidad como en un maravilloso jardín de diferentes flores. Cuantas estamos aquí queremos ser santas y, aunque sabemos que el camino no es fácil, confiamos en la gracia de Cristo, en la comunión de la Iglesia y en el magisterio de Su Santidad, que nos estimula constantemente a ello”.

Finalmente, en nombre de sus hermanas dijo, "También nosotras queremos ofrecer a la Iglesia y al Vicario de Cristo nuestra oración, nuestros sacrificios y nuestra total entrega a Cristo, a quien nos consagramos como esposas".

A continuación el Papa se dirigió a las religiosas. Les recordó que “la Vida Consagrada nace de la escucha de la Palabra de Dios y recibe el Evangelio como su norma de vida. En este sentido, el vivir siguiendo a Cristo casto, pobre y obediente, se convierte en exégesis viva de la Palabra de Dios...”.


Testimonio en medio del eclipse de Dios

“El encuentro personal con Cristo que nutre la consagración de ustedes” -afirmó Benedicto XVI-, “debe testimoniarse con toda su fuerza transformadora en sus vidas”, lo cual es, según el Santo Padre, especialmente necesario “cuando se constata una especie de eclipse de Dios, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza”.

El Vicario de Cristo reconoció a las religiosas que “la Iglesia necesita de su fidelidad joven arraigada y edificada en Cristo. Gracias por su “sí” generoso, total y perpetuo a la llamada del Amado. Que la Virgen María sostenga y acompañe vuestra juventud consagrada, con el vivo deseo de que interpele, aliente e ilumine a todos los jóvenes”.





 
 

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